GLAUCOMA

El glaucoma es una enfermedad que afecta al nervio óptico, generalmente relacionada con valores altos de presión intraocular, y con un importante componente hereditario.

El nervio óptico es un conjunto de fibras nerviosas procedentes de la retina, que conectan al ojo con el cerebro. El ojo es un órgano receptor de luz, en cuya retina se forma la imagen de los objetos que miramos. En la retina o capa más interna del ojo, hay fotorreceptores que son unas células nerviosas que recogen esa imagen y a través del nervio óptico la transmiten al cerebro en forma de impulsos eléctricos. El cerebro analiza esa señal eléctrica y la traduce en imágenes, dando lugar a la visión. Así pues, aunque el ojo forme una imagen enfocada y nítida en la retina, no hay visión si el nervio óptico no conduce esa imagen hasta el cerebro.

El glaucoma es una enfermedad que afecta al nervio óptico, y que generalmente se asocia a altos valores de presión intraocular, aunque existe también un tipo de glaucomaen el que la presión es normal.

En el glaucoma se produce un daño irreversible de las fibras nerviosas que conducen la imagen al cerebro, por lo que se produce una pérdida de campo visual, que comienza en el campo visual periférico, y se va extendiendo hacia el centro. Cuanto más avanzado sea al glaucoma, más cantidad de fibras nerviosas hay dañadas, y más parte del campo visual está afectada. Por ello es muy importante detectar el glaucoma a tiempo, y empezar a tratarlo en los primeros estadíos, antes de que se produzca una pérdida visual importante que pueda limitar la calidad de vida del paciente.

Uno de los mayores problemas en la detección temprana del glaucoma es que no suele provocar síntomas evidentes hasta que no se encuentra en un estado muy avanzado, por lo que existen pacientes que lo padecen sin saberlo. No provoca picor, ni borrosidad, ni dolor a no ser que estemos ante un glaucoma agudo, con cifras de presión intraocular muy elevadas, por encima de 50 mmHg, y como en los estadíos iniciales sólo afecta a la visión periférica, pero no a la central, puede pasar desapercibido por completo. Dada la ausencia de síntomas y la posibilidad de asociarse a valores normales de presión, es importante un examen oftalmológico completo para su detección y tratamiento, sobre todo si existen antecedentes familiares.Son necesarias pruebas muy específicas (campimetría, tomografía de coherencia óptica del nervio óptico, evaluación de la sensibilidad al contraste) y la minuciosa evaluación visual del nervio óptico por parte de un oftalmólogo especializado en glaucoma.

Existen diferentes tipos de glaucoma, con características distintas, y distintos tratamientos. Según el tipo de glaucoma que se padezca, el tratamiento será mediante colirios, láser, o cirugía (siempre ambulatoria, sin hospitalización). Generalmente se emplea el tratamiento farmacológico con gotas en estadíos iniciales, y en glaucomas con poca tendencia a evolucionar rápidamente. Si el tratamiento con gotas no consigue bajar suficientemente la presión intraocular y reducir el daño en el nervio óptico, es necesario plantear tratamiento quirúrgico, existiendo varias opciones según el tipo de glaucoma: láser, cirugía penetrante, y cirugía filtrante no penetrante. En líneas generales, la cirugía busca que se aumente el drenaje del líquido que se forma dentro del ojo (humor acuoso) para así rebajar la presión en su interior. Incluso una vez operado, un ojo con glaucoma debe ser seguido con cierta periodicidad, pues puede haber subidas de la presión por cierre de las estructuras de drenaje, que pueden necesitar la aplicación de láser para volver a quedar libres. Es importante que el paciente con glaucoma entienda que aunque esté operado, debe realizar visitas periódicas al oftalmólogo para controlar la evolución de su estado ocular.